Fonte: http://www.interviufs.com/
El jugador del Inter Movistar habla de su carrera, de su llegada al Inter, de su presente, y por supuesto, de su futuro en el club alcalaíno. Casi todo el mundo que ha escuchado hablar de Schumacher lo ha hecho con la etiqueta de mejor jugador del mundo pegada a su nombre. Durante años tanto él como el Inter Movistar, club en el que cumple su décima temporada han sido los dominadores del fútbol sala justo en la década que se ha asentado como un deporte importante y de primer nivel.
La temporada pasada no fue sencilla para Flavio Sergio Viana, 'Schumacher' (Sao Paulo, 31 de Agosto de 1975). Tras no ganar ningún título con el Inter Movistar por primera vez en diez años, algunos comenzaron a cuestionar su continuidad en el club alcalaíno. "Quiero demostrar que aún puedo ganar", comenta mientras sale del pabellón Caja Madrid neceser en mano, justo después del entrenamiento vespertino del Inter. Sale sudando por los casi 36 grados hay a pesar de que estamos en Septiembre. Es algo tímido, y como dice, "me cuesta abrirme mucho a la gente", pero aún así accede sin ningún tipo de prisa a charlar con nosotros.
– Cómo se les escapó la Supercopa...
– Y qué rabia da. Hicimos un partidazo en las semifinales ante ElPozo y tiramos el trabajo de toda la pretemporada a la basura por 20 minutos, pero así es la vida y se aprende más de la derrota que de la victoria.
– Ya, pero...
– Qué le vamos a hacer. Yo particularmente el domingo me acosté a las 6 de la mañana pensando en el partido, repasando los detalles centrándome en los errores que cometimos para que no vuelvan a repetir.
– Sé que esto se lo habrán preguntado muchas veces, pero ¿cuesta mucho asimilar la derrota en un equipo como este, que está acostumbrado a ganar?
– Sí, porque por ejemplo, tanto Marquinho como yo no habíamos estado sin ganar un título desde el año 99. Es decir, siempre habíamos ganado dos o tres títulos por año, pero bueno, ahora nos queda la Liga y la Copa, aunque sabemos que no será fácil, porque está el Lobelle, Barcelona...
– ¿Cree que ahora hay más competitividad que hace unos años?
– En el fútbol sala ya no hay ningún tonto. Ahora juegas contra un equipo de Plata y te planta cara, por eso tenemos que salir enchufados en cada partido. Precisamente hay una frase que escuché de García, y es que las ligas se ganan contra los equipos pequeños, y no contra los grandes, porque contra ellos ya salimos motivados.
– Quizá fue esa el motivo de no ganar nada el año pasado, la falta de motivación...
– Yo el año pasado lo pasé muy mal. No estaba bien físicamente, y también tuve algunos problemas personales en Brasil que hicieron que mi cabeza no estuviese en su sitio.
– ¿Se ha visto alguna vez fuera del Inter?
– Por ahora no, aunque creo que hay alguna gente que quieren que me vaya.– ¿Por?– Porque dejas de ganar títulos, partidos, y la gente empieza a decir que estás mayor, que no vales...
– ¿Cómo se ve a sus 35 años?
–Mejor que hace tres años. Mucho mejor físicamente y además estoy forzando para demostrar que puedo ser el de siempre y ganar títulos.
– ¿Echa de menos Brasil? ¿Se acuerda mucho de sus orígenes?
–Muchísimo. Es mi tierra, donde nací, y claro que me acuerdo de cómo empezó todo.
– Cuénteme.
– Yo antes de llegar al Inter jugaba en el Vasco de Gama, que era un equipazo. Teníamos catorce jugadores, y doce de ellos jugábamos en la Selección Brasileña.
– Precisamente el otro día pasaron por televisión un reportaje del fútbol sala brasileño, y de como una ciudad pequeña como Carlos Barbosa había crecido gracias a este deporte...
– Allí el fútbol sala se vive mucho más que aquí. Después del Mundial ha tenido mucha aceptación y ha dado un gran salto. Dan tres partidos por la tele casi a diario y ha mejorado mucho.
– ¿Se volvería?
– Mejor me retiro aquí.. (risas). Es mi casa, la gente me trata muy bien, y yo tengo que dar el máximo por este club, ya que todo lo que tengo es gracias al Inter.
– ¿Recuerda cuando llegó al club?
– Como para olvidarlo. Llegúe con una mochila, sin maletas porque pensaba que iba a estar aquí un mes, que no me iba a gustar, y me iba a volver a Brasil...Fue muy complicado el cambio, el idioma, el clima...
– Volviendo al reportaje que le comentaba, decía que había muchos niños que en Brasil comenzaban en el fútbol sala para después pasarse al fútbol, ¿fue su caso?
– Yo empecé jugando al fútbol y al fútbol sala no jugué hasta los 21 años!
– No me diga!, ¿y de qué jugaba?
– De mediocentro, y no se me daba mal.
– ¿Dónde jugó, pues?
– Empecé en Palmeiras, luego Corinthians, y Nacional, que era un equipo pequeño de Brasil, y la verdad es que muy bien. Coincidí con gente que allí es muy conocida, como el delantero Dodo, pero aunque yo me creía muy bueno, había 200 mejores que yo, por eso al final lo dejé, porque sabía que no iba a ningún lado entre tanta gente buena.
– ¿Y cómo fue el cambio?
– Yo no hice por cambiar. Mi hermano me invitó a jugar un partido amistoso contra Corinthians, y aunque yo no tenía ni idea de las reglas ni nada, empecé a jugar. Lo hice muy bien, tres semanas después jugamos otro partido, y un directivo me ofreció una prueba. A las dos semans firmé un contrato por un año, después me fui al GM y al año después estaba en la selección brasileña…
– Rápido. Muy rápido. ¿Costó mucho la adaptación?
– El fútbol es mucho más lento, porque en el fútbol sala tienes que pensar mucho más rápido, pero me adapté bien y jugué el primer partido con la selección en Andorra, el primer viaje mio fuera de brasil...
– Ahí empezó la historia...
– Joer… Yo no lo había pensado, y ni siquiera pasaba por mi cabeza el estar fuera y salir de casa, pero fue la época en la que me llamó Saorín para venir, decidí probar y mira hoy dónde estamos...
– Y de aquí ya no se mueve.
– Nunca lo sabes. Yo de momento tengo pensado volver a Brasil, pero si hay alguna cosa para trabajar aquí, algo relacionado con el deporte…tendría que hablarlo y decidirlo con mi mujer…Aquí se vive tranquilo, no hay violencia, y allí es más complicado.
– Se me ha olvidado darle la enhorabuena por su reciente paternidad, ¿qué tal le va en esa faceta?
– Hombre, ha sido un cambio grande. Me ha cambiado hasta la forma de pensar jugando. No sé por qué será, quizá porque parece que tienes que dar una imagen buena para tu niño, a pesar de que él no se entera de nada todavía. Yo cuando ha nacido el niño he cambiado el chip, tengo más ganas de entrenar…Es algo extraño...
– Le ha cambiado la vida.
– Completamente. Antes tenía tiempo libre para mí, y ahora lo gasto con él. Si entrenamos por la mañana, llego, como y estoy con el niño. Aunque por las noches tengo el problema de que duerme poco, con lo que yo descanso poco también.
– Volviendo al fútbol sala, todo el mundo le ha coronado como el mejor jugador de fútbol sala del mundo, ¿llega un momento en el que se lo cree?
– (Suspira) No, hay mucha gente mejor que yo.
– ¿Ahora, o antes?
– Ahora y antes. Yo me veo que soy un jugador que tiene muchas ganas. Técnicamente no soy muy bueno, hay muchos jugadores mejores, pero siempre he tenido muchas ganas. Es verdad que la gente habla de que soy el mejor del mundo, aunque yo paso, porque sé que no lo soy, y no me lo creo.
– ¿Cuál ha sido el mejor jugador con el que ha jugado?
–Manoel Tobias y Marquinho, que tuvo cuatro o cinco años que era increíble. Y ahora mismo, el mejor jugador que hay en la Liga Española es Vinicius, que es capaz de ganar un partido en un momento.
– ¿Le paran mucho por la calle?
– Si estoy sin gorra, mucha mucha gente, aunque antes era peor, cuando se televisaban más partidos. De todos modos, yo estoy encantado de que la gente me conozca y de que venga a saludarme, es normal.
– Ahí hay diferencia con los jugadores de fútbol...
– Nosotros mismos nos cruzamos en el aeropuerto con ellos, y algunas veces parece que son los dueños del mundo, pasan al lado tuyo y les da igual. Aunque con los futbolistas brasileños es diferente. Ellos nos saludan, hablan con nosotros...
– ¿Ha pedido alguna vez algún autógrafo?
– A Robinho, a Deco, a Ronaldo, a Beckham, que me hice una foto con él y después de entrenar seguía oliendo a colonia que no veas...
– Ahora le pido yo uno a usted como despedida...
– Sin ningún problema. Me encanta que lo hagan. Me siento un privilegiado.
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